Historia del esmalte

El esmalte al fuego es una técnica muy antigua, viene desde los griegos y egipcios. Consiste en la aplicación de un esmalte (cristal compuesto de materias vitrificables o fusibles), sobre un cuerpo metálico (Oro, plata, cobre, hierro y algunos metales mas). Se aplica el esmalte sobre el metal y se hornea, por unos minutos a una temperatura que ondea entre los 700° y los 950°c.

Es necesaria la práctica y la experiencia para la creación de trabajos realizados con técnicas más complejas, las que requieren de varias cocciones.

Hay una forma práctica de ver la temperatura de fusión de los esmaltes y evitar que se quemen los que funden a menos temperatura. se debe realizar un muestrario con la técnica de vía húmeda y otro con la seca, sobre un recorte de cobre, para llevar un registro en el envase del esmalte o en un cuaderno de notas.


Como se trabaja el esmalte

La chapa: para comenzar con el esmaltado del metal, es preciso llevar a cabo una serie de pasos que prepararán el metal y garantizarán un correcto desarrollo de la técnica que se aplicará sobre la chapa.

el destemple por ejemplo, se realiza para eliminar las tensiones que tuviera el metal dejándolo maleable para su manipulación y poder darle forma.

la limpieza, se realiza para garantizar la correcta adhesión del esmalte y que luzca. El marcado, corte, limado, alisado, lijado del metal son pasos necesarios para cada una de las chapas que harán de soporte para nuestros esmaltes, si queremos volumen realizamos el formado o batido del metal.

Metales: el metal es la base o soporte del esmalte, que se fija por fusión del calor. En un principio podríamos decir que todos los metales son susceptibles a ser esmaltados, en tanto se utilicen los esmaltes adecuados a las características del metal al que van adherirse (cosa no tan sencilla).

Los fenómenos de dilatación y contracción, tanto de los esmaltes como del metal, así como también los puntos de fusión de ambos, son las leyes físicas principales que rigen entre ellos y que los condicionan.

Los metales al ser esmaltados deben reunir ciertas condiciones: tener buena conductividad calorífica, un grado de fusión superior al esmalte que ha de soportar, maleabilidad y tener un brillo natural que alcance el resplandor de los esmaltes transparentes.

Limpieza: como ya mencionamos, limpiamos el metal de gratitud (con alcohol) y oxidaciones (con una inmersión en ácido), esto es para garantizar la buena adhesión del esmalte.

Luego de eliminar las oxidaciones empíricas que se desprenden solas, con la acción del ácido. en tanto las cuprosas debemos eliminarlas manualmente con la acción de una lija al agua fina, aunque en ocasiones aprovechamos estas oxidaciones como efectos decorativos. como en el caso del cobre que tiende a oxidar muy rápido a temperatura ambiente.

Para limpiar el cobre u otro metal con una solución de ácido nítrico y agua. o como neutralizante el carbonato de sodio. ahora una forma de limpiarlo de forma casera, relustará bueno, pero un poco lento es una solución de vinagre o limón y sal.

Esmaltado: los esmaltes deben ser aplicados de acuerdo a las características de cada uno, de acuerdo también a las diferencias técnicas para esmaltar.

En un principio podríamos decir que hay dos maneras de aplicar el esmalte por vía seca o vía húmeda. por vía húmeda, podemos esmaltar por: deposición (con una micro espátula o pincel), por aspersión (con el calor del soplete) o por inmersión (baño).

Esmaltado por vía húmeda (deposición): para esmaltar por vía húmeda, incorporamos agua a una porción de esmalte seco, logrando una preparación ni muy líquida ni muy espesa, pero sin grumos, esta se deposita sobre el metal con una micro espátula o pincel dando golpecitos para que no queden burbujas en el esmalte.

Esmaltado por vía seca: se denomina así a la aplicación de esmaltes en seco sobre la superficie del metal, volcamos un poco de esmalte dentro de un colador o cernidor y manteniéndolo suspendido sobre el objeto y por medio de golpecitos suaves y rítmicos espolvoreamos la superficie del metal.

La malla de dicho colador no debe ser muy gruesa (80 o 100) y se utilizan coladores de diferentes diámetros y mayas según lo requiera el trabajo.

Cuando el metal ya tiene una cubierta vítrea aplicada podemos aplicar el esmalte por medio del pincel, acercándonos a lo que es la pintura, por ejemplo: utilizando esmaltes de 3ra cocción (llamados esmaltes de temperatura baja).

Horneado: es fundamental respetar la temperatura de fusión de los esmaltes ya que tienen temperaturas y características diferentes.

No se deben tocar nunca las resistencias del horno mientras este encendido, ya que circula corriente eléctrica a través de ellas, es conveniente apagarlo para introducir los trabajos y encenderlo luego. además de observar la temperatura, es conveniente que acostumbremos nuestra vista a los estados por los que pasa el esmalte dentro del horno “espiar” periódicamente el trabajo, abriendo apenas la puerta del horno hasta verlo completamente fundido y retirarlo.

Primero el esmalte se noduliza, después al fundir forma un ondeado y finalmente veremos la superficie del esmalte con un brillo uniforme.

Horno: el fundido del esmalte se realiza dentro de un horno especial, similar al de cerámica y también en una llama o soplete (aplicándolo desde abajo sino quema el esmalte), necesitamos que la temperatura este entre los 750° y 1000° aprox.

El tamaño del horno es inferior al de cerámica por lo que la curva de cocción es más corta y la apertura es rápida por lo que se puede llevar el control del esmaltado en su interior. 

El horno debe ya tener una temperatura antes de ingresar las piezas. las piezas se retiran con una pala especial solo por espacio de unos minutos. si es necesario, se utilizan guantes de amianto para proteger las manos del calor.

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